Con el objetivo de reunir y poder difundir el patrimonio de puentes con el que cuenta la provincia de Segovia en sus principales ríos, Julio Miguel Angulo López se propuso en el año 2020 dar color y vida a ‘Los ojos del agua’, un libro que, editado por la Diputación, ha sido presentado esta mañana ante los medios de comunicación por su autor, por el diputado de Cultura, Juventud y Deportes, José María Bravo, y por la jefa de Archivo, Biblioteca y Publicaciones de la institución, Susana Vilches.
Antes de dar el turno de palabra al artífice del libro, José María Bravo agradecía la labor “concienzuda y tan de territorio” realizada por Julio Miguel Angulo y recordaba cómo hace años la Diputación ya editó un trabajo suyo que permitió recopilar información sobre las ermitas de la provincia.
Al igual que aquella, esta publicación, como reconoce su autor, “no es un tratado de investigación en profundidad, sino más bien de divulgación de ese patrimonio, en muchas ocasiones desconocido, que representan los puentes que día a día nos permiten salvar ríos y arroyos”. Animado por la inexistencia de un inventario de puentes de la provincia, algo que sí que existía en otras provincias de Castilla y León, Julio Miguel Angulo comenzó a recabar información de los distintos puentes que cruzan las aguas segovianas hasta lograr describir, con la ayuda de grandes conocedores de los mismos, como el catedrático de la Uva José Ignacio Sánchez -a quien Angulo recordaba durante la presentación- las construcciones que forman parte de los cauces de los treinta ríos y quince arroyos más importantes de la provincia.
Desde el río Acebeda hasta el arroyo de Las Vegas, el autor también hace referencia a otros quince afluentes en los que no ha hallado puentes o no ha considerado “destacables” los que ha encontrado y además menciona el canal artificial en el interior del Palacio Real de San Ildefonso, sobre el que fue construido un puente en el siglo dieciocho. ‘Los ojos del agua’ describe cómo su construcción ha evolucionado, pasando de los puentes de piedra que se construyeron hasta el siglo diecinueve al hormigón en masa forrado de piedra -que les daba un aspecto más elegante- a mediados del diecinueve, hasta llegar a finales del diecinueve y principios del veinte, cuando se empezaron a utilizar vigas rectas y apoyos más simples.
Para Julio Miguel Angulo, que recuerda la “tarea fundamental” de las distintas Administraciones y las Confederaciones Hidrográficas de mantener los cauces limpios con el fin de minimizar los daños en estas estructuras, esenciales para la conexión entre pueblos, los puentes son, en muchas ocasiones, “elementos que definen el paisaje y lo hacen reconocible”.
Por ello, a través de más de dos centenares y medio de páginas, en las que también se pueden encontrar planos y dibujos, que concluyen con un breve glosario de términos vinculados a estas construcciones, como ‘Arranque’, ‘Ataguía’, ‘Intradós’, ‘Ortosatato’ o ‘Tajea’, Julio Miguel Angulo retrata todas las miradas, unas más discretas que otras, que se pueden encontrar sobre las aguas segovianas y que definen -o no- la identidad de pueblos como Maderuelo, Montejo de la Vega de la Serrezuela, Valdeprados, San Rafael, Coca o Valsaín.